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Mostrando las entradas de noviembre, 2013

Mongolia en el corazón

Haber viajado por Mongolia fue haber cumplido un sueño de hacía mucho tiempo. 55 días que se sintieron como haber salido del espacio y el tiempo en el que uno está acostumbrado a vivir. Es cierto que pueden haber notado bastante romanticismo en todo lo que escribí sobre este país, pero es que Mongolia es un lugar que con su belleza, lo saca a uno de su propia órbita y lo invita a romantizar. Sus paisajes de formas suaves y la vida "precaria" a paso lento pacifican la mente y evocan una sensación de magia dentro de uno. Es cierto también que son imágenes de su escueto verano. Al poco tiempo de salir del país, las temperaturas bajarán rápidamente a -20C y para final de diciembre se estabilizarán en -37 C a -40 C de temperatura (los mongoles inconscientemente omiten el "-" al hablar) con una sensación térmica muchísimo más baja.  Aún con su clima extremo, sospecho que hasta pasar un invierno aquí debe ser una experiencia especial y la cual intentaré cumplir en el

Polvo de estrellas

Cuanto más viajo por el mundo más comprendo que el idilio no tiene una sino múltiples formas. Con el tiempo descubrí que son tan idílicas las playas de aguas turquesas cristalinas, como los picos nevados de las cordilleras o el infinito manto verde de las estepa. Que lo que cambia no es la belleza per se, la cual es siempre el denominador común de todo idilio, sino los efectos que los fenómenos producidos por determinada belleza tienen sobre uno. Esto hace que cada idilio se sienta de manera completamente diferente. El cruce del desierto de Gobi reveló a mis ojos una nueva forma de idilio que no hubiera imaginado posible, porque la imagen inicial que uno tiene de un desierto es la de un lugar desolado e inhóspito, y ciertamente lo es, pero el Gobi, a diferencia del puñado de desiertos que llevo cruzados, resultó ser una sorpresa deslumbrante que no esperaba.